Campo y Santibañez
La historia de estas localidades refiere que Campo fue el pueblo originario, mientras que en Santibáñez apenas había algunas casas y anejos; pero en 1597, una peste acabó con gran parte de los habitantes del pueblo y los supervivientes decidieron trasladarse a Santibáñez, asentado en un paraje más sano y menos húmedo.
El origen de Campo, como el de otros muchos pueblos de la ribera del Bernesga, se remonta a las repoblaciones efectuadas por la monarquía astur-leonesa. No se puede afirmar con certeza a qué se refiere el nombre de Campo, aunque se piensa que describiría pastos y tierras de labor. No en vano estos pueblos ribereños del Bernesga, integrados en la jurisdicción de León, aportaban cada miércoles sus productos al tradicional mercado de la capital.
Más claro parece estar el origen del nombre de Santibáñez, “Sanct Ionnes vera Vernisgam” como es referido en un documento del siglo X, y que los expertos definen como un hagiotopónimo, es decir, un topónimo referido a un santo, san Juan Bautista, patrono de su iglesia, como atestigua algún documento medieval en el que se refiere a la parroquia y a la población como Sanct Yuannes del Campo.
No se puede afirmar el origen de Santibáñez. Aunque en su entorno se han encontrado varias tégulas romanas, su fundación podría vincularse al desaparecido monasterio de San Juan de las Arenas, que se levantaba hacia los páramos de Camposagrado, o de alguna otra institución religiosa. Quizá por ello las monjas Carbajalas podían proponer el nombramiento de párroco para la iglesia… Desde el siglo XVI se tiene constancia de la existencia de “la casa del hospital”, que debía situarse junto a la iglesia. Según la tradición, en ella se atendía a los caminantes y peregrinos que llegaban por alguna de las calzadas que atraviesan Cuadros. También se tiene constancia de la existencia, desde 1559, de una hospedería para huérfanos de la parroquia, que cobraba rentas en Valsemana y, desde 1770, de una cofradía de los Santos Mártires, todavía vigente.
La iglesia de Santibáñez se sitúa en un altozano a las afueras del pueblo, junto al camino que denominan la “hoja de Camposagrado”. Es una sólida construcción de estilo neoclásico, de una sola nave. En su interior destaca la cubierta de madera de 1746 y el retablo mayor, del que se cuenta que procede del monasterio de San Juan de las Arenas; en sus cinco tablas se narran distintas escenas de la vida de san Juan y de su degollación a manos de Herodes. En el exterior, la espadaña es de estilo herreriano y, adosada a ella, hay una elaborada escalera de caracol que da acceso a las campanas.
Una tradición local cuenta que antaño en el emplazamiento de la iglesia se levantaba una ermita. Para atenderla y custodiarla contaba con un ermitaño, cuya casa todavía se conserva en el entorno de la iglesia.
En el pueblo destacan también las antiguas escuelas; levantadas a principios del pasado siglo XX, son una buena construcción de piedra y ladrillo de apariencia modernista. Contaban con aulas para niños y niñas y la vivienda para el maestro. En la plaza bajo la iglesia hay también una gran casa, con un vistoso arco de entrada, que en el pueblo conocen como la “Casa del Mayoral”. Su ubicación al pie de la hoja de Camposagrado propició la instalación en ella de una venta, en la que solían hacer noche los rebaños trashumantes en sus desplazamientos; era también parada de postas. En las antiguas eras, ahora acondicionadas como parque público, se conserva un interesante conjunto de bodegas tradicionales, de las que solo es posible adivinar sus accesos alineados a lo largo de la calle, dado que la bodega en sí misma se encuentra bajo el suelo, donde la temperatura es constante y la luz escasa, condiciones que requería el mosto para fermentar.
Aunque en la actualidad Campo y Santibáñez son dos localidades, sus relaciones han sido siempre muy estrechas, al igual que su vinculación histórica, por lo que comparten Junta Vecinal. Antaño compartieron también parroquia, pues Campo estaba adscrito a la de Santibáñez, bajo la advocación de San Juan Degollado. En la actualidad, Santibáñez mantiene su festividad el día de San Juan Degollado, el 29 de agosto, mientras que Campo celebra la Natividad de la Virgen cada primer viernes de septiembre.
Las gentes de Campo y Santibáñez han mantenido sus formas de vida inmutables hasta hace apenas unas décadas. El Diccionario de Madoz refiere entre sus principales actividades la ganadería en los montes y la agricultura, con producciones de “trigo, aunque no mucho ni de muy buena calidad, centeno con más abundancia, lino, legumbres y pastos” dado que el terreno se clasifica como de “mediana calidad, monte y llano, fertilizado algún tanto por el Bernesga”. Interesante resulta la mención a la producción apícola “cercados con pies de colmena que dan miel basta y cera” que, aunque debía ser una práctica común en la época para el consumo familiar, no se refiere en otras localidades. Para los colmenares, que recibían el nombre de bejeras, se solían emplear troncos de árbol ahuecados, cubiertos por lajas de piedra o por tapines.
En Campo y Santibáñez tiene su origen la presa del Infantado, una canalización histórica que, durante siglos, permitió aprovechar el agua del Bernesga para regar fincas y praderas. En sus márgenes, en Santibáñez existían desde siempre dos molinos y un pisón.
En 1862, la llegada del ferrocarril a la localidad y el establecimiento de la estación en 1868, dan un nuevo impulso a todo el municipio lo que, junto a su proximidad a León, le ha permitido no padecer la fuerte despoblación de otras zonas rurales de la provincia.
Se vincula también al desarrollo preindustrial de la zona la fabricación de tejas y ladrillos en las tejeras locales, como la de Campo, de las que salieron, entre otros, los ladrillos para los túneles de Pajares. Antes de la expansión del carbón como combustible, los hornos se abastecían con leña y carbón vegetal, que se elaboraba con roble, encina, y con las raíces o cepos de las urces (brezos) que abundan en los montes de estos pueblos y que también se llevaba a vender al mercado de León.